jueves, 10 de agosto de 2023

LA SALVACIÓN SEGÚN OTRAS CONFESIONES CRISTIANAS

 

LA SALVACIÓN SEGÚN OTRAS CONFESIONES CRISTIANAS

 

INTRODUCCIÓN:

 

La Biblia dice: “Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). Creemos que el Señor Jesús ha absuelto nuestros pecados y nos ha hecho justos por medio de la fe. Además, creemos que si alguien es salvado una vez, entonces ha sido salvado para siempre y cuando el Señor regrese, de inmediato seremos arrebatados y entraremos al reino de los cielos. Así que ¿por qué dais testimonio de que debemos aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días antes de poder ser salvados y llevados al reino de los cielos?

             

I.                   LA SALVACIÓN SEGÚN LOS MORMONES.

1.1  Reseña Histórica

En 1820, a los 14 años de edad, fue al bosque a orar acerca de esto, y supuestamente se le aparecieron Dios el Padre  y Jesús,  y  le  dijeron  que  no  se  uniese  a  ninguna  de  las  iglesias  denominacionales  debido  a  que todas eran  falsas. Sin embargo, es importante anotar aquí, que el registro inicial de esta historia crea un gran problema debido a que la Biblia nos enseña que nadie ha visto o puede ver al Padre.

Sin embargo, tres años más tarde, el 21 de septiembre de 1823, cuando José tenía 17 años dijo, que se le había aparecido un ángel llamado Moroni, quien supuestamente era el hijo de Mormón, el líder del pueblo  conocido  como  los  nefitas,  quienes  habían  vivido  en  la  antigua  América. Moroni le dijo a José que había sido elegido para traducir el Libro de Mormón el cual había sido escrito y compilado por Moroni alrededor del siglo 4º. El libro estaba escrito sobre planchas de oro y oculto cerca de donde José vivía en ese entonces; en Palmyra, Estado de Nueva York. José Smith  dijo  que  el  22  de  septiembre  de  1827  recibió  las planchas  y  que  el  ángel  Moroni  le instruyó para que comenzase el proceso de traducción, el cual fue finalmente publicado en 1830 como el Libro de Mormón. José afirmó que durante el proceso de traducción se le apareció Juan el  Bautista  y  le  ordenó  realizar  la  obra  divina  de  restaurar  la  verdadera  iglesia  por  medio  de  la predicación del verdadero evangelio el cual, supuestamente, había desaparecido de la tierra.

José Smith fue el fundador y primer Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él y cinco compañeros organizaron de manera oficial la Iglesia, en Fayette, Nueva York, el 6 de abril de 1830. Él presidió la Iglesia hasta el 27 de junio de 1844, cuando fue martirizado. Bajo su liderazgo, el número de miembros creció de seis a más de 26.000.

Se supone que el  Libro de Mormón  es un registro de  los pueblos que  vinieron desde el Oriente Medio a  las  Américas. Cubre el período aproximado desde el 600 A.C. hasta el 400 D.C. Este registro también habla de los jareditas, pueblo de la época de la Torre de Babel que emigró a la América  Central,  pero  que  perecieron  a  causa  de  su propia  inmoralidad.

Este registro, también describe algunos judíos  que  escaparon  de  la  persecución  en  Jerusalén  y  vinieron  a  América liderados por un hombre llamado Nefi. Estos judíos estaban divididos en dos grupos conocidos como los nefitas y los lamanitas, los cuales pelearon entre sí. Los nefitas fueron derrotados en el año 428 D.C., quedando sólo  los  lamanitas quienes son conocidos como  los  indios americanos. El  Libro  de  Mormón  es  el  registro  del  líder  nefita,  conocido  como  Mormón,  libro  que  está relacionado a la cultura de ellos, su civilización y la aparición de Jesús en las Américas.

1.2  Datos Biográficos de su Líder

José Smith nació el 23 de diciembre de 1805 en Sharon, Vermont, Estados Unidos, sus padres fueron Joseph y Lucy Mack Smith. Nacido en una familia granjera pobre, fue el quinto hijo de once, de los cuales nueve vivieron más allá de la niñez. Debido a que su familia no podía darse el lujo de recibir educación pública, José recibió solo tres años de educación escolar formal. Junto con sus hermanos y hermanas, recibió educación principalmente en casa, de la Biblia familiar.

El padre de José era conocido como buscador de tesoros y quien  se encontraba detrás de un tesoro escondido, sobre todo, el de William "Capitán" Kidd, famoso pirata del siglo XVII. La madre de José Smith era una mujer muy supersticiosa. José Smith,  Hijo,  afirmó  haber  sido  trastornado  emocionalmente  por  todas  las  diferentes denominaciones del cristianismo preguntándose cuál sería  la  verdadera.

Cuando tenía siete años, José contrajo fiebre tifoidea, durante una epidemia local. Aunque se recuperó en dos semanas, contrajo una dolorosa infección en el hueso de la pierna. Cuando fracasaron los intentos de eliminar la infección, el doctor insistió en que se le amputara la pierna. La madre de José convenció al doctor para que lo operara una vez más, así que el doctor le extirpó la parte del hueso infectado sin anestesia ni instalaciones quirúrgicas adecuadas. José, quien se negó a que lo ataran a la cama o a tomar alcohol para atenuar el dolor, aguantó la operación en los brazos de sus padre. Aunque caminó con muletas durante tres años y sufrió una leve cojera el resto de su vida, José fue sanado.

José Smith se casó con Emma Hale el 18 de enero de 1827. Durante sus 17 años de casados, tuvieron 11 hijos, de los cuales dos fueron adoptados. Los primeros tres hijos de José y Emma fallecieron a las pocas horas de nacer. En 1831, adoptaron mellizos, de los cuales uno, un varón, murió antes de cumplir un año. En los siguientes 12 años, Emma tuvo seis hijos varones más, de los cuales cuatro vivieron más allá de la infancia. El menor nació cinco meses después de la muerte de José.

Tras la muerte de Joseph Smith, fueron surgiendo simultáneamente otras corrientes entre algunos miembros de la Iglesia, como por ejemplo la Comunidad de Cristo, con sus propios presidentes y congregaciones. También surgieron ciertas ramas más fundamentalistas, como la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, consideradas apóstatas, que mantuvieron la práctica de la poligamia, originalmente practicada por Smith.

1.3  Postura de la Salvación.

·         “Un plan de salvación se necesitó para las personas de la tierra, así que tanto Jesús como Satanás ofrecieron un plan al Padre, pero el plan ofrecido por Jesús fue aceptado. De hecho, el Diablo  quería  ser  el  Salvador de toda la Humanidad y ‘negar a los hombres su actividad y destronar  a  dios.’”

·         El sacrificio de Jesús no pudo limpiarnos de todos nuestros pecados (las excepciones son el asesinato  y  el  adulterio  repetitivo

·         “Las buenas obras son necesarias para la salvación.”

·         “No existe salvación sin que se acepte a José Smith como un profeta de Dios.

·         El primer efecto  [de  la  expiación]  es  asegurar  igualmente  a  toda  la  humanidad,  con excepción  de  la  pena  de  la  caída,  proporcionando  así  un  plan  General  de  Salvación.  El segundo efecto es abrir un camino para la Salvación Individual a través del cual la humanidad pueda  asegurar  la  remisión  de  los  pecados  personales.

·         Como estos pecados son el resultado de actos individuales, el perdón de estos debe estar sólo condicionado de conformidad individual con los requisitos prescritos—‘obediencia a las leyes y  ordenanzas del Evangeli

·         “Esta gracia es un poder que permite a los hombres y a las mujeres colocar en espera la vida eterna y la exaltación después que ellos hayan hecho sus mejores esfuerzos pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos.

 

II.                LA SALVACIÓN SEGÚN LA IGLESIA CATÓLICA

2.1 Reseña Histórica.

Según la tradición, la historia de la Iglesia católica comienza en el año 331​ con Jesucristo y sus enseñanzas (c. 4 a. C. - c. 30 d. C.) y la Iglesia es una continuación de la comunidad cristiana primitiva establecida por los discípulos de Jesús.2​ La Iglesia considera que sus obispos son los sucesores de los apóstoles de Jesús y el líder de la Iglesia, el Obispo de Roma (también conocido como el Papa), el único sucesor de San Pedro3​ quien ministró en Roma en el siglo i d. C. después de su nombramiento por Jesús como jefe de la Iglesia.4​5​ A finales del siglo segundo, los obispos comenzaron a congregarse en sínodos regionales para resolver cuestiones doctrinales y políticas. En el siglo tercero, el obispo de Roma comenzó a actuar como un tribunal de apelaciones para los problemas que otros obispos no podían resolver.

El cristianismo se extendió por todo el imperio romano temprano, a pesar de las persecuciones debido a conflictos con la religión del estado pagano. En 313, las persecuciones fueron disminuidas por la legalización del cristianismo por el emperador Constantino I. En 380, bajo el emperador Teodosio I, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano por el decreto del emperador, que persistiría hasta la caída del Imperio de Occidente, y más tarde, con el Imperio romano de Oriente, hasta la caída de Constantinopla. Durante este tiempo (el período de los Siete Concilios Ecuménicos) se consideraron cinco patriarcados (jurisdicciones dentro de la Iglesia católica) según Eusebio: Roma, Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría, conocido como la Pentarquía.

Después de la destrucción del Imperio romano de Occidente, la Iglesia en Occidente fue un factor importante en la preservación de la civilización clásica, estableciendo monasterios, y los misioneros que envían para convertir a los pueblos del norte de Europa, en cuanto a Irlanda en el norte. En Oriente, el Imperio bizantino conserva la ortodoxia, mucho después de las invasiones masivas del Islam en la mitad del siglo séptimo. Las invasiones del Islam devastaron tres de los cinco patriarcados: la captura de Jerusalén en primer lugar, a continuación Alejandría y, finalmente, en la mitad del siglo octavo, Antioquía

2.2 Datos Biográficos de su Líder

la Iglesia remontándonos a su origen divino, porque es obra de las Tres Divinas Personas. Sabido el misterio, pasamos a Jesucristo, el fundador de la Iglesia, el “iniciador y consumador de nuestra fe”. Entramos con Él en la historia visible de la Iglesia peregrina en la tierra.

Jesucristo, hombre nacido de una mujer, de María Virgen, nada más iniciada su vida pública, y junto a las márgenes del Jordán, ya manifestaba la ilusión que llevaba en la mente de fundar la Iglesia. Y así, le dice a Simón, apenas lo ve por vez primera y clavando en él su mirada penetrante: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas, que quiere decir piedra”.

Hoy en día su líder es el papa que está en el vaticano - Roma

 

 

 

2.3 Postura de la Salvación.

·         La Salvación viene por medio de la Iglesia Catolica, La salvación es por medio del bautismo, la salvación es por hacer buenas obras y la salvación es por llevar a cabo los sacramentos que la Iglesia establecio.

·         Solamente por medio de la Iglesia católica es auxilio general de salvación, puede alcanzarse la plenitud de salvación” 

·         La posición católica oficial durante mucho tiempo ha sido que la iglesia es el único canal de la gracia de Dios y se transmite mediante los sacramentos de la iglesia. Los que están fuera no pueden recibirla. Este es el punto de vista tradicional. La naturaleza humana tiene una parte pasiva y un parte que anhela la gracia.

 

III.             LA SALVACIÓN SEGÚN LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

3.1 Reseña Histórica.

Los testigos de Jehová tienen su origen en el siglo XIX, específicamente 1879 (1). Su fundador fue Charles Taze Russell (1852-1916), próspero economista que dispuso de tiempo libre para dedicarse al estudio de la Biblia.

Este fundador surgió en el seno del protestantismo estadounidense y dentro de un vasto grupo de milenaristas que esperaban la presencia de Cristo y el fin del mundo por aquellos momentos (George Storrs, Nelson Barbour, pastor adventista y grupo de seguidores). Dicha espera se prolongó desde 1874 hasta 1914. En 1879 Russell, viendo que sus esperanzas de redención universal se desvanecían, consideró por sus estudios bíblicos que la presencia de Cristo en realidad era invisible. Encontró que este punto de vista coincidía con el mencionado adventista Nelson Barbour, a través de la revista Herald of the Morning (1878).

Luego de una serie de controversias doctrinales, Russell, separado de Barbour, decidió fundar, en 1879, su propia publicación Zion's Watch Tower and Herald of Christ's Presence, conocida actualmente como Torre de Vigía o La Atalaya (2). De esta manera comenzó una vasta serie de libros y publicaciones. Luego de la muerte de Russell en 1916, tomó la presidencia el juez Rutheford. Entre sus aseveraciones principales se encuentran la resurrección de Abraham, Isaac y Jacob y otros tantos patriarcas del Nuevo testamento, la famosa proclama que los que vivían en 1914 verían el fin (Armagedón) antes de su muerte. Fue este juez quien, en 1931, cambio el nombre de la organización a la denominación actual. Desde 1942, le sucede Natan Homer Knorr, quien establece la prohibición de las transfusiones de sangre y vaticina el fin del mundo para el año 1975

 

3.2 Datos Biográficos de su Líder

Charles Taze Russell nació el 16 de febrero de 1852 de padres escoceses-irlandeses en Allegheny, Pennsylvania, en los Estados Unidos. Fue el segundo de los cinco hijos de Joseph Lytel Russell y Ann Eliza Birney. Su madre falleció cuando él sólo tenía nueve años.

Su familia vivió en Filadelfia por un tiempo antes de mudarse a Pittsburgh. Allí se convirtieron en miembros de la Iglesia Presbiteriana. El padre de Charles era propietario y tenía una tienda de artículos de mercería, convirtió a Charles en su socio cuando él todavía era un adolescente.

Cuando Charles tenía trece años, dejó la Iglesia Presbiteriana y se unió a la Iglesia Congregacional. Era un cristiano ardiente y solía escribir con frecuencia versos bíblicos en los tableros de cercas y las aceras de la ciudad.

Charles Russell se casó con Maria Frances Ackley el 13 de marzo de 1879. La pareja se separó en 1897 y se divorció en 1908.Russell fue acusado de conducta inmoral con una mujer mucho más joven llamada Rose Ball en el año 1894. También estuvo involucrado en otra controversia relacionada con las ventas de una cepa de trigo llamada "Miracle Wheat" que vendía a $ 60 por bushel, un exorbitante precio para el trigo en ese momento. Su uso del simbolismo masónico también atrajo controversia.

Durante sus últimos años, su salud comenzó a deteriorarse. Se enfermó de cistitis durante su última gira por los Estados Unidos y falleció el 31 de octubre de 1916 cerca de Pampa, Texas, a la edad de sesenta y cuatro años. Fue enterrado en Pittsburgh en Rosemont United Cemetery.

 

3.3 Postura de la Salvación.

·         Los testigos de Jehová creen que la fe en el sacrificio de rescate de Jesús es esencial para la salvación.

·         Rechazan el concepto de salvación universal y el de predestinación.

·         Creen que todas las criaturas inteligentes están dotadas de libre albedrío y que la salvación depende de la "bondad inmerecida" de Dios, pero también requiere fe en Dios y en el "sacrificio de rescate" de Jesucristo, demostrado por la predicación "celosa". Según la teología de la Sociedad Watchtower, la salvación requiere la mediación de Cristo como parte del propósito de Dios de conceder a los seres humanos la vida eterna, ya sea en el cielo (para los 144.000 cristianos "ungidos" o "rebaños pequeños") o en la tierra (para las "otras ovejas ", el remanente de la humanidad fiel).

·         Para los Testigos ungidos, se dice que la salvación se logra a través de su muerte y posterior resurrección a la vida celestial para compartir con Cristo como co-gobernante del reino de Dios; para otros, se obtiene mediante la preservación a través de la Gran Tribulación y la batalla de Armagedón.

·         Las publicaciones de la Sociedad Watchtower afirman que la salvación en Armagedón también depende del bautismo, el conocimiento exacto de la verdad bíblica, la adherencia a las "normas de conducta y moralidad" de Dios, el uso del nombre divino "Jehová" en la adoración,58​ ser miembro de La "organización" de Dios y el apoyo activo a los cristianos ungidos.

 

IV.             LA SALVACIÓN SEGÚN LOS ADVENTISTAS.

4.1 Reseña Histórica.

Doctrinariamente, los Adventistas del Séptimo Día son herederos del supradenominacional movimiento Milleriano de la década de 1840. Aunque el nombre “Adventista del Séptimo Día” haya sido escogido en 1860, la denominación no fue oficialmente organizada hasta el 21 de mayo de 1863, cuando el movimiento incluía cerca de 125 Iglesias y 3.500 miembros.

Entre 1831 y 1844, Guillermo (William) Miller – un predicador Bautista y ex-capitán de Ejército de la Guerra de 1812 – lanzo el grande despertar del segundo advenimiento, el cual eventualmente se dispersó a través de la mayoría del mundo cristiano. Basado en su estudio de la profecía de Daniel 8:14, Miller calculo que Jesús podría retornar a Tierra el 22 de octubre de 1844. Cuando Jesús no apareció los seguidores de Miller experimentaron lo que se vino a llamar “El Gran Chasco”.

De este pequeño grupo que se rehusó a desistir después del gran Chasco, surgieron varios líderes que construyeron la base de lo que vendría a ser la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Se destacan dentro de estos líderes una pareja joven – Jaime y Elena White – y un capitán de navío jubilado, Jose Bates.

Este pequeño núcleo de “adventistas” comenzó a crecer – principalmente en los estados de la Nueva Inglaterra en la América del Norte – adonde el movimiento de Miller había comenzado.

 

4.2 Datos Biograficos de su Lider

ELENA GOULD HARMON nació en Gorham, Maine, el 26 de noviembre de 1827 en la familia de Roberto y Eunice Harmon. Ella, junto con su hermana melliza Elizabeth, eran las menores de un grupo de ocho hermanos.

Cuando Elena comenzaba su adolescencia, ella y su familia, aceptaron las interpretaciones bíblicas de un granjero que se volvió predicador Bautista, Guillermo Miller. Junto con Miller y otros 50.000 adventistas sufrió un amargo chasco cuando Cristo no regreso el 22 de octubre de 1844, la fecha que indica el fin de la profecía de los 2.300 días de Daniel 8.

En diciembre de 1844, Dios le da a Elena su primera de unas casi 2000 visiones y sueños. En agosto, 1846, se casó con Jaime White, un ministro adventista de 25 años que compartió la convicción que ella tenía de que Dios la había llamado para que haga la obra de una profetisa. Poco después de que se casaron, Jaime y Elena comenzaron a guardar el sábado como séptimo día, conforme al cuarto mandamiento.

          Elena de White fue una escritora prolífera. Comenzando con 1851, cuando publicó su primer libro, se extiende en un caudal de artículos, libros y folletos. Entre ellos, algunos son puramente devocionales, mientras que otros son selecciones de muchas de sus cartas personales con consejos, escritas en el transcurso de los años. Otros son históricos y delínean la continua batalla entre Cristo y Satán por el control de los individuos y las naciones

Elena de White murió el 16 de julio de 1915. Por 70 años presentó fielmente los mensajes que Dios le dio para su pueblo.

 

4.3 Postura de la Salvación.

·         Podemos vivir para él, ahora y siempre.

·         El sacrificio de Cristo nos reconcilia con un Dios perfecto y transforma nuestros corazones.

·         El Espíritu Santo nos muestra la necesidad que tenemos de Dios y nos garantiza que somos salvados y estamos perdonados.

·         El Espíritu escribe un nuevo mensaje en nuestro corazón, capacitándonos para vivir en libertad, servicio y alegría.

·         Dios nos trata como si jamás hubiéramos pecado, jamás dudado, jamás apartado del camino.

·         Nuestra nueva vida en Jesús nos libera del temor de la muerte y la vergüenza de nuestro pasado.

 

V.                LA SALVACIÓN SEGÚN LOS EVANGÉLICOS:

5.1  Calvinistas (Bautistas)

Ø  Por La Gracia de Dios se salva el hombre.

A. Cuando se habla de la gracia de Dios, quiere decir "el favor inmerecido de Dios hacia los hombres."

B. Toda persona (hombres, mujeres, jóvenes, niños) ha pecado contra Dios y merece el infierno. (Rom. 3:23, 6:23). A pesar de eso, Dios les ofrece perdón de sus pecados y salvación de tal destino. ‧sto es gracia! El perdón y la salvación son inmerecidos. "Por gracia sois salvos..." (Efesios 2:8).

Ø  La Gracia elimina las obras y la ley como medios de salvación.

A. Si una persona pudiera obtener la salvación haciendo buenas obras, entonces la salvación sería simplemente su justo salario. (Rom. 4:4-5; 11:6). Somos salvos por la obra redentora de Cristo, no por nuestras obras. Entonces viviendo una buena vida, siendo religiosos, haciendo obras (caridades, ayudas etc.), pues no le pueden salvar. (Efesios 2:9). Realmente uno no puede hacer obras buenas antes de ser salvo.

B. Si una persona pudiera salvarse cumpliendo la ley, entonces en vano murió Cristo, porque ya estaba la ley mucho antes de la venida de Cristo. La Ley revela y condena el pecado (Rom. 3:19), pero no perdona y salva. "Por gracia sois salvos..." (Efesios 2:8).

Ø  La Salvación por la gracia significa que es gratis.

A. La Salvación es un don de Dios. (Efesios 2:8-9).

B. La Salvación es una dádiva (regalo) de Dios. (Rom. 6:23)

C. La Salvación es gratuita. (Rom. 3:24)

D. La Salvación es sin precio. (Isaías 55:1)

E. Si es gratis, entonces no cuesta ni un centavo, ni una lágrima, ni un esfuerzo, pues, Jesucristo pagó el precio.

Ø  La Salvación por la gracia es ofrecida a todos.

A. Tito 2:11, Mateo 11:28, Rom. 10:13.

B. Es la responsabilidad de cada persona aceptar la salvación por medio del arrepentimiento y fe en Cristo. (Isaías 55:5-7; Juan 3:18-19; Hechos 17:30-31).

C. El pecador peor de la tierra puede ser salvo gratuitamente. (I Tim. 1:15; I Corintios 15:9-10)

 

5.2  Arminianos (Pentecostales).

ü  La salvación se halla al alcance de todas las personas (Lucas 19:10; Juan 3:16; Romanos 10:11–13; Hebreos 2:9; 2 Pedro 3:9; Apocalipsis 22:17).

ü  La salvación es recibida y asegurada por medio de la fe (Romanos 3:28; Gálatas 2:20–21; Efesios 2:8; Filipenses 3:9; Hebreos 10:38; 1 Pedro 1:5).

ü  La salvación es un conflicto constante con la tentación y el pecado (Romanos 1:32; 1 Corintios 3:1–3, 5–8; 5:9–13; Hebreos 3:12–14; 12:1; 1 Juan 1:8; 3:8).

ü  La salvación del creyente se puede perder o abandonar por su alejamiento voluntario de Cristo (Juan 17:12; 1 Timoteo 4:1; 5:12, 15; Hebreos 6:4–6, 10:26–27, 38; 2 Pedro 2:20; 1 Juan 5:16)

 

VI.             CONCLUSIONES:

6.1  La salvación para los mormones es que el sacrificio de Jesús no pudo haber limpiado todos nuestros pecados y necesario aceptar a José
Smiht como profeta de Dios, además hacer buenas obras.

6.2 La salvación para la iglesia Católica es por medio de la iglesia católica y a través del bautismo además el hacer buenas obras y practicar los sacramentos.

6.3 Los testigos de Jehová creen que la fe en el sacrificio de rescate de Jesús es esencial para la salvación, pero rechazan la salvación universal, ya que en sus creencias solo se salvaran los 144000 que son ellos mismos.

6.4 para los adventistas El sacrificio de Cristo nos reconcilia con un Dios perfecto y transforma nuestros corazones. El Espíritu escribe un nuevo mensaje en nuestro corazón, capacitándonos para vivir en libertad, servicio y alegría

6.5 para los calvinistas la salvación es por gracia ya que es un regalo de Dios el cual pago todo a través de su hijo Jesucristo.

6.6 La salvación para los pentecostales es por gracia a través de nuestra fe en Jesús y es para todos aquellos que aceptan a Jesús en su corazón, La salvación del creyente se puede perder o abandonar por su alejamiento voluntario de Cristo.

EL LIBRO DE JONAS - ESCENAS

 

el libro de jonas


El libro de Jonás es muy significativo para entender las bases bíblicas de la misión, porque muestra el mandamiento de Dios a su pueblo con referencia a las naciones no judías y por lo tanto sirve como un paso preparatorio al mandato misionero del Nuevo Testamento. Asimismo, es importante para tener una idea de la profunda resistencia que enfrenta este mandato por parte de los mismos siervos que Jehová escoge para realizar su obra por todo el mundo.

Hoy en día se habla y escribe mucho sobre “educación de la congregación” y “educación del personal” para misiones. Jonás es una lección muy apropiada para la preparación de aquél que quiere ser un misionero. Revela la necesidad de una conversión radical de las tendencias naturales de cada uno y de una completa reestructuración de su vida para hacerla útil para la obra.

Antecedentes del libro

En los días del rey Jeroboam II (788–746 A.C.) vivía un profeta llamado Jonás Ben Ammitai. El título del libro es pues, el nombre personal de este profeta. Es obvio, sin embargo, que la intención de esta “midrash” (enseñanza) no fue detallar simplemente los eventos de la vida de este hombre. El autor usa este nombre personal para describir a un misionero que no tiene corazón para los gentiles y, como los fariseos más tarde, no puede tolerar a un Dios que les muestre misericordia. Según las palabras del holandés Miskotte, “el escritor intenta representar a una persona que es exactamente lo opuesto a un apóstol.” El libro de Jonás advierte a sus lectores contra esa actitud intolerante y establece delante de ellos la pregunta que cuestiona si están dispuestos o no, a ser transformados en siervos que trabajen para llevar a cabo los mandatos de Dios.

Tal como el autor lo ve, Israel se toma tan preocupado por sí mismo que no dirige más sus ojos hacia las naciones. Israel, el recipiente de toda la revelación de Dios, rehúsa poner su pie en territorio extraño para decir a los pueblos su mensaje de juicío y de liberación. Pero, el libro también está dirigido a la congregación del Nuevo Testamento que trata de evadir el mandato del Señor de predicar su palabra a todo el mundo.

Los astutos esfuerzos de una evasión por parte de Jonás, simbolizan a una iglesia infiel y perezosa que no presta atención al mandamiento de su Señor. Dios tiene que luchar contra el estrecho etnocentrismo de Israel que trata de restringir su actividad solamente a sus límites geográficos y contra el eclesiocentrismo de la iglesia, que rehúsa ir al mundo a proclamar su mensaje y hacer su obra. El escritor está inclinado a convencer a sus lectores de que el radio activo de liberación de Dios es lo suficientemente amplio como para cubrir a ambos, a Israel y a los gentiles.

Es un milagro que el libro de Jonás, con su fuerte advertencia contra el etnocentrismo, implantara su trayectoria en el canon de la Escritura. Se establece tan firmemente contra el atentado del hombre de sabotear el plan mundial de Dios, que sus lectores (Israel, la iglesia neotestamentaria y nosotros), pueden escuchar lo que el Espíritu Santo, por medio de este corto libro, está tratando de decirles.

Un breve examen de las ocho escenas del libro

La primera escena empieza cuando Jonás recibe el mandamiento de ir a Nínive. Mientras que en el Antiguo Testamento generalmente se les dice a las naciones que vengan a Sión, el monte de Dios, a Jonás, así como a los discípulos del Nuevo Testamento se les dice que ¡vayan! En la Septuaginta, Jonás usa la palabra “poreúomai” en el capítulo 1:2–3 y nuevamente en 3:2–3, Es el mismo verbo usado por Jesús en su Gran Comisión registrada en Mateo 28. ¿A dónde debía ir Jonás? A Nínive. De todos los lugares, Nínive era el centro de la brutalidad total y de las actitudes bélicas; además, era notoria por sus vergonzosas acciones canallescas, torturas viciosas y por ser una imperialista descarada para quienes se oponían a sus reglas. Dios quiere que su siervo advierta a Nínive del inminente juicio y le dé la llave del arrepentimiento. ¡El quiere salvar a Nínive!

Pero Jonás rehúsa ir. Se prepara, pero solamente para huir del rostro de Dios, quien es Señor de todo.

En la segunda escena, Dios responde a la huida de Jonás con una tempestad (1:4–16). El viento obedece al mandato de Jehová, pero el desobediente Jonás duerme en el fondo de la nave, inconsciente ante el hecho de que la tormenta es causada por su actitud. A veces, la iglesia también duerme, precisamente en la tormenta del juicio de Dios que pasa sobre el mundo, asegurándose a sí misma que el viento de afuera no tiene nada que ver con ella. Mientras la tripulación busca en vano las causas del temporal, Jonás confiesa que él adora y teme a Dios, que hizo el mar y la tierra, el único Dios que está sobre todas las naciones. Más tarde declara: “Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.”

En esta escena la tripulación representa a los gentiles, hacia quienes Jonás permanece totalmente indiferente. Sin embargo, son ellos los que están interesados ahora en salvarlo. Después de una segunda orden de Jonás, lo arrojan al mar y la tormenta cesa. Casi incrédulos ante lo que están viendo con sus propios ojos, los marineros prorrumpen en alabanzas al Dios de Jonás. Ellos estaban más abiertos hacia el Señor que el mismo profeta.

La tercera escena (1:17) describe a un gran pez, que por instrucciones de Jehová abre su boca, traga a Jonás y, a su debido tiempo, lo vomita en la playa. Jonás no puede escapar tan simplemente del mandato misionero de Dios. El Dios que batió los vientos tempestuosos y dirigió a los marineros para lograr su propósito, ahora guía a un pez como parte de su plan para salvar a Nínive.

Jehová continúa su obra de formar y preparar a su misionero a fin de que sea un instrumento perfecto para sus planes.

En la cuarta escena (2:1–10), Jonás implora a Dios que lo rescate del vientre del pez. El que no tuvo misericordia de los gentiles y rehusó aceptar que la palabra de Dios se extendiera hacia ellos, apela ahora a la misericordia divina y, citando frases de varios salmos, suspira tras esas promesas clamadas por los adoradores en el templo de Dios. Jehová reacciona. Le habla a la bestia y Jonás aterriza sano y salvo sobre la playa. Sólo por su rescate Jonás fue sin querer un testigo de la salvadora misericordia de Dios. Aunque cubierto con hierbas marinas, Jonás fue nada menos que un testimonio de que Dios no se complace en la muerte de los pecadores y saboteadores, sino más bien se regocija en su conversión.

En la quinta escena (3:1–4), Dios repite su orden al hombre cuya vida afirma la verdad de lo que él confesó en el vientre del pez: “La salvación es de Jehová.” La versión Septuaginta usa el término “kérygma” en 3:1–2. Esa sola palabra resume la misión de Jonás: él debe proclamar que Nínive, tan impía como pueda ser, es aún objeto del cuidado de Dios y, a menos que se arrepienta, será destruida. Su mensaje debe ser de trato como también de promesa, de juicio como también de evangelio.

En la sexta escena (3:5–10), Nínive responde ante el llamado de Jonás al arrepentimiento. El orgulloso y déspota rey baja de su trono real, cambia sus ropas por polvo y ceniza e impone a todos los hombres y animales que sigan su ejemplo. Lo que Israel continuamente rehusara hacer, los gentiles paganos lo hicieron; el cruel rey de Nínive es como el anti-tipo de los desobedientes reyes de Judá.

El pueblo se une al rey en su arrepentimiento. Cesa toda su obra maligna y los terribles cuarteles de coacción de injusticia política se detienen. En profunda penitencia, dejan a los ídolos para servir a Dios, quien es el Señor de cada nación y de toda la creación. Todo esto viene a ser posible porque Jehová es Dios y el mundo de los paganos es un campo misionero potencialmente productivo por esta sola razón.

La cortina se cierra en esta escena con las siguientes palabras de asombro: “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino, y se arrepintió del mal que había dicho que les haría y no lo hizo.” Jehová es fiel a sus promesas. Todavía hoy su voluntad para Moscú y Pekín, para Londres y Amsterdam, para Buenos Aires y México, no es menos que lo que fue para Nínive, llena de gracia y misericordia. Lutero, que amaba predicar sobre el libro de Jonás, decía: “la mano izquierda de la ira de Dios es reemplazada por su mano derecha de bendición y libertad.”

La séptima escena (4:1–4) relata el hecho de que los obstáculos más grandes a vencer para cumplir el mandato misionero no son los marineros, ni el pez, ni la ciudadanía, ni el rey de Nínive, sino que es Jonás mismo, la iglesia reacia y de mente estrecha. El capítulo 4 describe a Jonás, que había deseado, desde que partió, encontrar albergue en la ciudad al este de las fronteras. El período de los cuarenta días de arrepentimiento había pasado, pero ya que Dios había cambiado de parecer acerca de su destrucción, Nínive continúa alimentada por la gracia y misericordia, más allá de los límites de Israel a los gentiles. El quería un Dios de acuerdo a su propio modelo: un Señor frío, duro, de naturaleza cruel, con una voluntad inconmovible contra los gentiles. No podía soportar el pensar que los gentiles formaran parte de la historia de la salvación.

Este es el pecado de Jonás, el pecado de un misionero cuyo corazón no está en su misión. El, que una vez imploró a Dios misericordia para que lo librara del desolado aislamiento en el vientre de un pez, está ahora enojado porque este Dios muestra misericordia a las naciones. El profeta desahoga su furia en una oración que se encuentra en 4:2, el texto clave de todo el libro: “Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.” Parte del texto viene de una antigua liturgia israelita, la cual todo judío sabe de memoria y puede recitar en el templo o en la sinagoga aún estando medio dormido (Exodo 34:6; Nehemías 9:17; Salmos 86:15; 103:8; 145:8). Pero Jonás no podía detenerse a pensar que esta liturgia no sólo era verdad para Jerusalén, la localización del templo de Dios, sino también para otros lugares: Nínive, San Pablo, Nairobi, Nueva York, Lima y París.

¿Por qué está Jonás realmente tan enojado? Por una sola razón: porque Dios está tratando a los que están fuera del pacto, de la misma manera que a los que están dentro de él. Pero la ira de Jonás, en efecto, lo está poniendo a él mismo fuera de ese pacto, porque obstinadamente rehúsa conocer el propósito del mismo, que es traer salvación a los gentiles. Aún no ha aprendido que Israel no puede presumir sobre algunos favores especiales de Dios. Israel y los gentiles viven igualmente por la gracia que da el Creador a todas sus criaturas. Así pues, viene Dios a su profeta, pero ya no como a un miembro del pacto; viene como el Creador y pregunta a su criatura: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?”

En la octava y última escena (4:5–11) uno puede ver a Dios obrar otra vez para enseñar sus lecciones a este misionero duro de entendederas. El no aborda el tema de la tormenta, ni el de los marineros; ni del pez o de la conversión de Nínive porque no quiere. Ahora Jehová intenta un acercamiento más: un árbol milagroso. Una calabacera crece rápidamente, se marchita y muere, víctima de un gusano devorador. Jonás está furioso.

En este punto, Dios vuelve de nuevo a su misionero aprendiz, usando la calabacera como el objeto de su lección. El mismo Dios que dirige el curso completo de la historia, gobierna los vientos y los sacude y vuelve al arrepentimiento a miles de ninivitas, ahora pregunta amablemente: “¿Tanto te enojas por la calabacera? Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?.”

Dios salva y rescata. El Dios de Jerusalén es el Dios de Nínive también. Dios es diferente a Jonás, El no tiene “complejo gentil”. Y aunque El nunca fuerza a ninguno de nosotros, nos pide amablemente que pongamos nuestro corazón y alma por completo en la obra de la misión. Dios aún está interesado en transformar a “Jonases” obstinados, irritables, depresivos e iracundos en heraldos de las Buenas Nuevas que dan libertad.

El libro termina con una inquietante pregunta que nunca será contestada. Dios alcanzó su meta con Nínive, pero ¿qué pasó con Jonás? Nadie lo sabe. La pregunta de Israel, de la iglesia y de su obediencia aún está esperando respuesta, La cuestión es de tal importancia, que cada generación de cristianos debe contestarla por sí misma. Jacques Ellul, termina su libro “El Juicio de Jonás” con estas palabras: “El libro de Jonás no tiene conclusión, excepto la de aquella persona que se da cuenta de la plenitud de la misericordia de Dios y la de aquélla que, de hecho y no sólo místicamente, lleva a cabo la salvación del mundo.”